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31 de mayo de 2017

Intervenciones del ministro Mario Fernández y el ex presidente José Mujica en Conferencia para las Américas OIT

Diálogo “El futuro del trabajo que nosotros queremos”.

TEMA: EL ROL DE LA POLÍTICA FRENTE A LOS DESAFÍOS LABORALES DEL FUTURO
Ex Presidente de Uruguay, José Mujica

No podemos renunciar en lo que somos, al disco duro de la naturaleza, somos un animal gregario que no puede vivir en soledad. No somos felinos. Por ese motivo pienso que Aristóteles tiene razón cuando define al hombre como animal político. Porque para vivir necesita sociedad, porque no puede vivir sin sociedad. En el juego de la naturaleza, la existencia de la sociedad supone concretos y el papel de  la política es hacer viable la vida de la sociedad y hacer amortiguables los conflictos inevitables. Conflictos que, para algunos pueden ser consecuencia de las diferencias de clase, pero en el fondo, si uno hace una abstracción y logra que desaparezcan las clases sociales de nuestra imaginación, inevitablemente seguirá habiendo conflictos porque la naturaleza hace cosas semejantes y creo que mientras existan sociedades humanas, habrá conflictos.

Aunque pertenezco a una generación quimérica que soñó. Por lo tanto, la política es inherente al género humano. El género humano no puede, y cuando dice que renuncia, es una forma de actitud política, porque el hombre anda sobre la tierra con esta contradicción, tiene una cuota de egoísmo como toda cosa viva porque lucha por su vida y la vida de lo que lo rodea. Pero como es gregario y necesita sociedad, necesita la palanca de la solidaridad y esa característica de la especie, de haber creado civilización, que es la herencia de la solidaridad intergeneracional que recibimos cuando nacemos. Nada más ni nada menos.

Eso es lo que nos diferencia de las otras especies. No somos animales superiores. Ni por asomo. Nacemos y somos un feto miserable. Un posible que necesita de largos cuidados, pero hemos estado dotados de tener conciencia y de poder acumular civilización, que es la cosa más grande que recibimos cuando nacemos, pero con el juego de esas contradicciones, por eso necesitamos la política.

Ahora bien, tampoco los hombres pueden escapar a la época, ni pueden escapar a la tácita cultura que genera una época. A nosotros nos toca vivir el tiempo triunfal de un capitalismo que se desarrolló formidable fuerza productiva con una creatividad que sacudió la historia del hombre. Que nunca se vio. Que le puso un émbolo al desarrollo científico y técnico, que es el responsable de este mundo increíble, moderno, donde este animal orgulloso tiene más poder que nunca. Tanto que es capaz de destruirlo.

Pero en ese sistema y en esa etapa generó una cultura, en la cual estamos inmersos. No me refiero a la cultura de los libros que se escriben o de los cuadritos que se leen o de las bailarinas que bailan o del teatro. Me refiero a la tácita cultura que mueve alrededor de la mesa de nuestras relaciones en los hogares y en la vida común y corriente. Es funcional al funcionamiento del sistema. Esa cultura nos embebe y en la etapa en la que estamos, del triunfo del mundo europeizado y financiero, esto se ha vuelto contra la política porque triunfar en este mundo, y la vida humana siempre quiere triunfar aunque no tenga muy claro lo que es triunfar. Triunfar en este mundo es la gloria de ser rico, tener plata. Ese es el término común que corre por las calles. No que corre por los filósofos o por lo poetas o por la gente que tiene. No, lo que se mueve en el seno de nuestras masas es que triunfar es tener plata. No tenemos que quejarnos, entonces, que hayan hecho un enchastre con la política, porque si la política se hace para tener plata, estamos fritos.

Y nos toca vivir en una época global. Hemos desatado una civilización más global con instituciones de pigmeos. Estamos acorralados por el Estado Nacional. Esta es una vieja institución, tiene cien y pico de años, ha multiplicado su burocracia, sus viajes, sus documentos y sus conferencias, pero no ha multiplicado su poder. Porque no le dan poder. Le dan recursos para el presupuesto, pero entonces tendría que ser el Ministerio del Trabajo del Mundo o esta tiene que ser la lucha, por qué, porque si desatamos una civilización que es global  y que es planetaria empezamos a aparecer por no tener instituciones que organicen este mundo. Estamos hablando del cambio climático, ‘Ay, qué horrible’ y el que quiere hace esto y el que no, lo otro. Hemos generado una civilización de la cual somos prisioneros. No tiene conducción. La conducción es el mercado. El negocio, pero no hay conducción política.

Creo que esto es el cataclismo peor de nuestro tiempo. Tendríamos que estarnos metiendo en un econometrismo de carácter mundial. Tendríamos que estar discutiendo obras de carácter continental que retroviertan la situación del cambio climático. Tendríamos que estar tomando, pero los gobiernos tienen impotencia. Su aparente soberanía pero están cediendo la soberanía con el conjunto de las empresas transnacionales por todas partes y no se atreven a darle soberanía a la ciencia.

Hace 30 y pico de años tuvimos una reunión en Kioto, los hombres de ciencia nos dijeron ‘va a pasar esto y esto y esto’ o es como si hubieran hablado mudos. Sabemos lo que hay que hacer pero no lo hacemos y no lo hacemos por impotencia política.

Entonces, en este marco, creo que tenemos que poner el campo del trabajo y el campo del capital, porque al fin y al cabo el capital no es otra cosa que trabajo acumulado. Pero tenemos que darnos cuenta que también esta civilización global ha creado contradicciones de carácter global espantosa.

Tenemos fuerza y recursos para barrer el hambre y la miseria de arriba de la tierra porque decir lo contrario es perder la idea de lo que estamos despilfarrando. Más de USD 2 millones por minuto en presupuesto militar en el mundo. Decir que no tenemos recursos es no conversar la impotencia política que tenemos. Recursos sobran. Mas nuestro problema ería cómo utilizar esos en tiempo y forma esos recursos.

Sin embargo esta discusión no se puede dar con capacidad de decir en ningún lado. Tenemos una ONU que como no puede resolver absolutamente nada, cada vez tiene más burocracia y más cosas. Y terminamos haciendo una cosa gigantesca de tipos que tienen que armar esa cosa de Ginebra y todo eso.

Para regodearnos las cadenas hoteleras y todo eso. Pero esto en el fondo expresa impotencia política porque seguimos pensando como individuos y pensamos como paisitos y estamos lejos de pensar como especies que es lo que nos está reclamando la civilización que hemos desarrollado. Pensar por el hombre, por la mujer, por la vida arriba del planeta. Globalizar nuestros sentires porque hemos creado una civilización de carácter planetario, pero no nos hacemos cargo.

No es la primera globalización que ha habido en el mundo, ha habido varias. El imperio chino lo fue en su época, el imperio romano lo fue en su época. Pero en el acierto o en el error tuvieron siempre conducción política y no maduró tanto porque era más negocio estar dentro del imperio que fuera, porque había dirección política y el considera escalón a escalón, la ciudadanía habla de decisiones de carácter políticas y tener el coraje de detenerse cada 17 emperadores que no eran nacidos en Roma y en Italia. Eso era decisión política.

En cambio, nosotros hemos desarrollado la más espectacular civilización que cubra la tierra, pero esto navega sin que nadie dirija nada. Ni siquiera para mal. Podríamos tener un Gobierno malo, horrible y lucharíamos contra él, pero es mucho peor. No tenemos nada.

Es mucho peor. Navegamos en una especie de timba oceánica. No sabemos a dónde vamos y el no saber a dónde vamos puede ser lo que pone en peligro la continuidad de la especie arriba de la tierra.

No nos creamos tan infinitos. Nuestro pariente el homo erectus vivió dos millones y pico de años antes de que lo liquidáramos o nos cruzáramos. No se sabe. Si seguimos así, no creo que éste, el homo sapiens, llegue a los dos millones de años.

El trabajo.

El trabajo en consecuencia de esa cosa que nos dio la naturaleza, la relación, la herramienta más perfecta de la naturaleza. Influir en la conciencia. Animal con capacidad de trabajar y es  la responsable la gente de todo lo que se ha creado, pero también es la responsable la gente de esta contradicción. No es posible que como gobernante me pidan competitividad y competitividad en qué condiciones. Qué estoy compitiendo con Pakistán.

Este mundo fragmentado es lo peor que hay para los trabajadores porque hacen especular con la necesidad extrema de los que están en el fondo del tarro bombardeando las posibilidades de los otros, pero, además, detienen la economía y detienen el negocio.

El propio capitalismo necesita dirección política. Porque por su propia naturaleza tiende a ser depredador y tiene que haber un interés general de la sociedad que le salve la existencia obligando a repartir y obligando a generar bienes sociales que amortigüen las propias contradicciones. El capitalismo por sí no puede hacer eso porque eso es contradictorio con su interés inmediato. Eso lo tiene que hacer la política. Ese es el papel de la política.

En lo que estoy planteando puede verse una idea de enfrentamiento, el enfrentamiento lo tenemos tácito por no asumir las realidades. El capitalismo tiene que impulsar una reproducción y la multiplicación de los bienes. Mejor dicho, del valor. Pero no le pidamos que haga justicia social al capitalismo. El capitalismo tiene que cerrar los números, ese es el papel que tiene que tener en la política.

Por eso creo que los trabajadores del mundo tienen que tener posición política y creo que esta globalización y globalizar, luchar por globalizar estas instituciones que son el embrión que ha quedado congelado en el tiempo para tener…

Por qué lo digo esto. Yo pertenezco a un país pequeño. Muy pequeño. 3 millones. Tiene muchas más vacas que gente. Nuestros problemas más importante son de origen veterinario. Pero piensen una cosa. Una cosa muy casual. Pequeño país que, en el continente que peor se reparte la riqueza, es el que mejor reparte. Pero no por los gobiernos que están hoy. No. Este es un resultado histórico. Fue el primer país del mundo que se abrió a la convención de las 8 horas y que estableció derechos allá por 1900 y pico y que le dio presencia a la existencia de los sindicatos y los definió como abogados del pobre y ¿eso afectó al capitalismo? No. Eso contribuyó a crear una sociedad rica en bienes públicos.

El problema es la enseñanza en mi país. Podemos discutir si la enseñanza es buena o es el atorrantismo que tenemos dentro de la enseñanza y todos los defectos malos que quedan, pero eso es de discusión pública y es una discusión de hace más de 100 años.

Por qué fue eso, fue por eso porque se actuó con una visión muy profunda en el campo del trabajo en el reconocimiento del papel del trabajo y en el derecho de los trabajadores porque en definitiva, al fin y al cabo, el resultado del trabajo y cómo se distribuye el fruto del trabajo es la política social más importante que puede tener un país. No digo que sea la única, digo que es la madre de todas las políticas sociales y quien piense en mundo de más equidad con mayor justicia social, con menos concentración de la riqueza, un mundo ideal, no se puede olvidar del campo del trabajo y le tiene que decir al capital ‘frene querido’.

Y como dijo hace poco ‘alguien nos tiene que poner freno porque somos muy depredadores’. Confesión de parte. Ese es el papel de la política. Hacer un mundo que sea vivo. Por esto, yo creo que este centenario de la OIT tiene que tener una parte de festejo y otra de lágrimas y otra parte de desafíos hacia adelante.

Necesitamos instituciones de carácter mundial que tengan poder. Esto va a costar porque esto es el pacto de los montes, porque los Estados Nacionales están perdiendo crecientemente poder frente a las compañías transnacionales pero no se dan cuenta que hay que crear una institucionalidad de carácter mundial para relevar ciertos acuerdos porque el mundo para ser respirable necesita ciertas cosas.

El mundo va a vivir, en el campo del trabajo –creo- un futuro cataclismo. Las cifras que se volcaron son de terror. Generar 600 millones de puestos de trabajo con la expansión de la robótica no es poca cosa. Vendrán luchas por acortar las jornadas de trabajo. Me parecen inevitables.

Van a venir luchas más globales por la renta básica. Al final el propio capitalismo la va a tener que establecer. ¿Por qué? Porque los robots pueden sustituir al hombre pero no compran. La vieja contradicción de la humanidad sigue parada ahí.

Entonces, si no te dan trabajo te tendrán que dar para vivir porque necesitan que tú vivas no por DDHH sino por consumidor porque se tranca todo. Esta va a ser una opción como fue la esclavitud que no desapareció por DDHH, dejó de ser negocio, era un clavo remachado. Era mejor tener obreros libres.

En el medio del avance de esas cosas los sacudones van a ser costos sociales que van a pagar inmensos sectores y hay que pensar de dónde se sacan los recursos para atender eso. Otra vez aparece la necesidad de tener instituciones de carácter global.

¿Tendremos coraje de castigar las transacciones financieras?, ¿podemos discutir de una vez la aplicación de la Tasa Tobin, para enfrentar los problemas laborales, los vacíos, la falta de recursos para atender la desgracia que le va a caer en muchas partes del mundo? Estas son discusiones del futuro. Yo he cumplido 18 años, tal vez no participe en esa discusión pero las veo inevitables. El mundo no va a seguir porque esto se está multiplicando.

Entonces, hago votos por defender el diálogo político. Yo sé que los seres humanos somos unos animalitos complicados. Y no les pidamos a todos lo mismo, pero la especie tiene una especie de sabiduría en sus entrañas. Nos hace distintos porque dentro de nosotros, crea aptitudes o vocaciones, o lo que quiera, que son distintas.

Nada de lo que he planteado y los enfrentamientos se logran sin definiciones y sin lucha política, que podrá ser partidaria o no. Esa es otra historia, pero es lucha política y necesita gente que dedique su vida y que sienta su logro personal y su felicidad en el marco de esa lucha, pero por favor, no hay que elegir los que les gusta demasiado la plata. Tampoco hay que combatirlos, hay que ponerlos a que se pongan a generar plata. Pero no con la política. ¿Por qué? Porque estamos desacreditando la política y es la única herramienta que tenemos como especie para abrir el porvenir. Es como sacarle la quilla a un barco. No se puede avanzar, hay que luchar por salvar a la política y entender que tiene una función de carácter colectivo y social absolutamente imprescindible. Hay que darle dignidad a la política, pero dignidad no es ponerse un traje nuevo bien caro todos los días y andar por una alfombra que le hacen cosquilla en los tobillos. Eso no tiene nada que ver con la dignidad. La dignidad es para qué se vive.

Finalmente, porque las repúblicas se inventaron para suscribir de que los seres humanos más o menos somos semejantes y parecidos, pero tenemos colados a muchos rosarios feudales adentro de nuestras instituciones, quiero suscribir que nadie es más que nadie y hay que afirmar eso. Ese viejo sentido republicado que por evolución de nuestros orgullos, de nuestros honores, la congregación de dinero va creando como nuevas castas sociales, no deben estar en el marco de la política.

Por eso, mis amigos, no les quiero robar más tiempo. Yo de estos temas podría hablar un par de días. No lo hago por obligación, lo hago por vocación. Pero es mejor que no hable mucho porque los comprometo. Así que muchas gracias.

Ministro del Interior y Seguridad Pública, Mario Fernández
¿Cuál sería el papel de la política para lograr los retos globales?

Bueno, junto con agradecer por la invitación, a la OIT, quisiera expresar algo que no tiene que ver con la convocatoria, pero tengo que decir que desde antes, pero especialmente durante los meses que fui embajador en Uruguay, yo soy admirador del Presidente Mujica. Entonces, por lo tanto, es un poco injusto haberme invitado a dialogar con él porque hay una relación asimétrica entre los dos. Yo soy un admirador de él. Un admirador verdadero. Por muchas razones que voy a incorporar en las palabras que voy a expresar.

En segundo lugar, yo quisiera felicitarme de estar acá, convocado a un tema como este porque hablar de política hoy día es sinónimo de hablar de cosas negativas. Si es que se interesa alguien escuchar hablar a alguien de política. Ya voy a explicar por qué creo yo que hemos llegado a este punto, pero quiero volver al Presidente Mujica,  porque creo que detrás de todo lo que estructuralmente se ha dicho la política, hoy día, está como dice Serrat –a mí me gusta recordar esa frase que dice Serrat en una canción- detrás está la gente. Está la gente. El pueblo, como se llamó siempre. Y ahí está todo. Está la explicación de por qué nos estamos consumiendo en este mundo en que vivimos.

Detrás está la gente, y dice, con sus pequeñas cosas, con sus pequeños problemas. Eso es. Qué le falta a la política, no para ser nueva porque la política es siempre la misma, cuando algunos dicen ‘nuevas formas de hacer política’, eso es mentira. Eso es falso. La política es siempre la misma, ha sido siempre la misma como recordaba el Presidente Mujica. La política consiste en dirigir, convocar, orientar y decidir. Esa es la política. La diferencia de esas actitudes de la política con todas las otras, porque también se decide y se convoca en las universidades y en las familias, es que estas convocatorias es para la totalidad de una sociedad, de una  comunidad, de un país. Del mundo.

Ahora, pero para eso se requiere algunas características que sí se están perdiendo. Hay una frase del Presidente Mujica en un libro que yo recomiendo adquirir, se llama Una oveja negra en el poder. Es un gran libro que apareció el año pasado en Uruguay. En ese libro del Presidente Mujica deja caer una frase que dice lo siguiente, dice “en el poder se conocen las personas tal como son”. En el poder se conocen las personas tal como son.

Ocurre que vivimos en un mundo que cuando se llega al poder, ese conocer a las personas tal como son termina siendo una desilusión para la gente. Una desilusión, porque para una buena política se requiere lo que le sobra al Presidente Mujica: sencillez.

Sencillez que consiste en ser como todos. El presidente, el diputado, el que tiene un cargo poderoso debe ser igual que todos. Debe ejercer su cargo con la dignidad que tiene el cargo, con todos los atributos que se requieren, pero debe ser igual que todos, sencillo.

Eso falta, la sencillez falta. Casi ni se conoce, entonces por eso la lejanía de los pueblos de sus jefes, porque no los ven como ellos. No los ven y lo peor -como advierte esa frase del libro, de la opinión que dio el presidente Mujica con sus interlocutores periodistas que le hicieron entrevista y ahí salió el libro- bueno, él dice: “el poder muestra a las personas tal como son” y desgraciadamente nos muestra en una faceta que todas las personas tienden a tener, que es envanecerse. Todos somos, o podemos caer en eso, pero se cae muy a menudo en el mundo en que vivimos, por lo que dice el presidente recién; la primacía del poder, como dice el Papa Francisco, el fetiche del dinero. El fetiche del dinero.

Bueno, entonces ahí yo quiero señalar algo respecto a la pregunta. Claro, que se requiere primero: sencillez. No se trata de tener instituciones fuertes, sino instituciones justas. Instituciones justas, la justicia de una institución le da la fortaleza. No que sea fuerte en el sentido de ser perentoria, de que traiga consigo sanciones, no. La fortaleza la da la justicia.

La justicia hace fuerte, por eso Uruguay durante largo tiempo soportó crisis; en los últimos 30, 40 años aguantó crisis y está aguantando crisis muy fuertes porque tiene una gran base de justicia en la sociedad, en sus instituciones.

Yo cuando fui embajador allá hubo un problema sindical que tuve que verlo como embajador, con los funcionarios de la Embajada. Bueno, fíjese usted que la ley vigente allá es del año 1944, de los cuarentas. Yo dije “pero cómo, ¿no hay innovación, no hay modificaciones?”. No, no, eso está ahí las definiciones del sindicato, la relación entre los empleados, bueno, vienen de leyes vigentes del año 40. Fíjense ustedes, entonces claro, no son instituciones fuertes en el sentido de ser perentorias, claras, llenas de sanciones, no. Son instituciones justas que perduran por mucho tiempo. Entonces, instituciones justas.

Ahora bien, quiero hablar de otra cosa que se necesita en la política hoy en día: convocatoria, capacidad de convocatoria. Los líderes políticos desgraciadamente hoy día en el mundo actual -estoy hablando de cualquier país, porque veo que hay periodistas chilenos que después aprovechan mis palabras y pueden salir con otra intención- y estoy hablando de todo el mundo, o de Utopía, ese país que no tiene… en algún lugar; Utopía es algún lugar.

¿Qué es lo que pasa?¿qué es lo que falta? capacidad de convocar. Los políticos deben convocar, deben hablar y causar inmediatamente un impacto en la gente, que diga “este señor, esta señora, quiere que yo vaya por ese camino y me tinca -como decimos en Chile- que hay que seguirlo, algo me dice que debo ir detrás de él” de verlo no más, de escucharle un par de palabras, pero convoca.

Entonces esto de ser, de hablar políticamente correcto, con frases hechas entregadas por los asesores de imagen, bueno, ¿a quién va a convocar? Claro, va a salir la palabra correcta en el noticiario, la cuña como se le dice. Bueno, se trata de que la gente lo siga, que salga a la calle y que -como dice el presidente Mujica- esté dispuesto a luchar y a dar su vida. Dar su vida no en sentido heroico que lo mate, pero dar la vida en el sentido de dedicarse a lo que esa persona convoca.

Los políticos que no tienen esa convocatoria, que no llevan gente detrás, no valen nada como tales. Y yo quiero agregar algo que tiene que ver con lo que nos convoca; es correcto decir “bueno, ¿cómo tener una nueva política para el trabajo en la sociedad de hoy?”. Yo recordaría algo bien importante, que la política también es un trabajo. La política también es un trabajo. Quienes hacemos política, trabajamos en la política, es un oficio.

También se olvidan: “no, yo no soy político. No, yo estoy aquí un tiempo nomás pero voy a volver a algo” como diciendo estuve un tiempo no más, haciendo una especie de beneficencia, sacrificio, pero yo soy abogado, dentista o empresario, pero yo voy a volver”. No, la política es un oficio, es una vocación como decía Weber, es una vocación y la persona, como en toda vocación, debe dedicarse a la vocación y las sociedades deben darle un espacio para que las personas que tienen talento político lo puedan llevar a cabo, lo puedan desplegar. En vez de arrinconarlo y decirle “no, no se meta en política, no se metan en política”. No, todo lo contrario, el que tiene talento político debe dedicarse a la política, porque así los países van a tener mejores políticos, personas a quienes les gusta la política.

Toda vocación, todo oficio requiere de talento, un don para la actividad requiere prepararse, desde luego hoy día que prepararse mucho. Los 14 años que estuvo preso bajo una dictadura el Presidente Mujica, los dedicó a leer; horas y horas en un pozo. Leía. Entonces es una enciclopedia andante, habla de todo con base, porque fíjese usted: en la cárcel se formó, no perdió el tiempo, no se decayó, no se derrumbó, se formó para decir “mire, para que no pase esto, tengo que formarme muy bien” y lo hizo. Por eso que atrae, entre otras cosas, por eso que atrae tanto, entonces, político que tiene vocación, tiene que formarse, pero además le debe gustar la profesión, ejercerla con ganas así como lo hizo él y como lo hago yo: con ganas. A mí me gusta lo que hago. “Oye, tantos problemas que tienes” bueno, es mi trabajo, a mí me gusta.

Entonces lo que quiero decir es que la política también es trabajo. No hay que ver el trabajo aquí y la política allá. La política es un trabajo muy serio y, como en todo trabajo, hay que tener cuidado con aquellos que no sirven para el trabajo, tal como alguien que se mete a una empresa y puede terminar destruyendo un avión si mete mal un enchufe, bueno, también hay que tener cuidado con los que se meten a la política y no sirven para la política y abundan. No se notan y eso es lo peor; un ingeniero que se equivoca se sabe inmediatamente, pero el político se equivoca y normalmente no queda en evidencia inmediatamente. Hay que tener cuidado, pero está lleno también.

Entonces, volviendo a la pregunta qué es lo que debe hacer, vuelvo y aterrizo en la pregunta. Claro, para el trabajo de hoy, que es tan complicado -ya lo definieron todos, lo han definido los mensajes diciendo que esta conferencia el presidente Mujica se refirió mucho a esto, los desafíos del mundo de hoy con la tecnología- bueno, pero entonces ¿qué tiene que hacer la política? tiene que volver a sus raíces. Para ser nueva, tiene que volver a sus raíces. Primero, tener cercanía y por lo tanto saber qué pasa en la sociedad y responder a ella. Después debe ser justa, en la política debe haber justicia y debe haber estabilidad, ya lo dijo en parte el presidente Mujica en el siguiente sentido: debe contribuir a que la gente discuta fuerte, muchas veces de manera completamente contradictoria en sus posiciones, sin que se derrumbe todo. Que pueda discutir fuerte, pero para el bien común. Que pueda sacar conclusiones buenas para todos. O sea, la política, la sociedad, debe ser estable en ese sentido. En ese sentido estable, proporcionar una atmósfera, un modo de vivir, pero también mecanismos para que siempre los conflictos tengan un canal por dónde ir, y llegar a cambio también. La política no es academia, estar discutiendo todo el día, no. La discusión es para llegar a decisiones y justicia. Yo vuelvo a la justicia porque no hay nada tan importante para el trabajo que la justicia.

Voy terminando, bueno, con la expresión dignidad. Bueno, el trabajo es digno, pero da dignidad. Digamos, extiende, fomenta, difunde la dignidad en una sociedad. La persona que trabaja es digna en sí mismo porque está trabajando y su trabajo es digno. La persona se realiza trabajando, en lo que sea, todos los trabajos son importantes. Pero, además, el trabajo se manifiesta en la sociedad de cada cual.

Ahí está la esencia que va más allá de recibir un sueldo, vivir en condiciones dignas, recibir las remuneraciones, todo lo que se denomina en el lenguaje las normas. Las normas deben partir y terminar en la dignidad inherente del trabajo, la dignidad del ser humano. No hay nada que lo encarne mejor que el trabajo. Por lo tanto entonces, ¿qué es lo que debe proporcionar la política al trabajo? Dignidad. Dignidad cuando dice trabajo decente es trabajo digno. Trabajo digno, bien remunerado, con dignidad.

Bueno entonces yo, yo creo que estamos al borde ya del tiempo. Yo soy viejo pero un poco menor que el presidente Mujica y yo no digo que pueda hablar dos días seguidos, pero un día y medio puede ser o un día. Los que me conocen aquí -algunos saben- que yo tiendo a extenderme a excederme en el tiempo que me dan para hablar, porque primero, me gusta hablar. Y en segundo lugar, me gusta hablar de estas cosas, porque sobre estas cosas se habla poco y el que se pone hablar de estas cosas, en este sentido, inmediatamente va contra la corriente. “No, este gallo no es concreto” y no hay nada más concreto que pensar. No hay nada más concreto que pensar y pensar políticamente. O sea, orientado a dirigir. Política es decidir. También como decía Helmut Kohl, un político alemán, política es luchar, luchar y decidir.

Muchas gracias.

Ex Presidente de Uruguay, José Mujica

Cada fin de mes tiene una vía crucis y está buscando otro trabajo como fuente de ingreso porque tiene que pagar más cuentas y tiene que pagar más cuentas porque tiene que comprar más cosas. Y tienen que comprar más cosas porque la imagen civilizatoria es quién es más feliz si compra más cosas y como tiene que comprar muchas cosas no te queda tiempo para vivir. No te queda tiempo para ser libre.

Esto no es casual, esta cultura es funcional al negocio. Antes que nada debemos ser gigantescos consumidores siempre anhelantes de consumir más porque si no se para la rosca. Esa cultura que entra por los poros de la publicidad por todos los espacios. Que nos hace a todos potenciales compradores y también la que nos quita tiempo. Cómo le voy a dedicar tiempo a la política si no tengo tiempo ni para mis hijos. Me voy a las 6AM y llego a las 10 de la noche porque yo quiero que a mi hijo no le falte nada. Le termino faltando yo.

Ayer me lleva una señora que manejaba un vehículo: 3 horas para ir a la casa y 3 horas para venir a trabajar. ¡Para un poquito! Hemos inventado estas megalópolis. Esto es una condena, tener que andar viajando 4 ó 5 horas por día para trabajar es de locos. Los mayas tenían control territorial, los griegos tenían 150 ciudades pequeñas y cuando crecían mucho fundaban otra colonia, poblaron todo el Mediterráneo, son los fundadores de la Democracia, las ciudades que dieron origen al Renacimiento son pequeñas, los fundadores del capitalismo, la liga asiática, son pequeñas. Las megalópolis no pueden hacer otra cosa que sociedades para enfermar a la gente.

¿Por qué? porque el ser humano antropológicamente tiene una medida. ¿Por qué unos pocos fusileros tienen determinada medida? y ¿por qué hay un oficial cada treinta y pico? Porque ese es un número tribal. Podemos registrar 30, 40 afectos, no mucho más que eso.

Bueno entonces ¿cómo me la voy a agarrar con la pobre gente que no tiene tiempo ni para la política, ni para esto ni para lo otro? si tiene que vivir para trabajar y comprar.

Por eso que, en el fondo de la cuestión académica hay una batalla cultural. Para ser libre hay que tener tiempo para ser libre. ¿Qué es ser libre? gastar tiempo de tu vida en lo que se te antoja, sino perjudicas a otro. A uno puede ser pescado el otro puede ser que se yo, pero para eso se necesita tiempo.

Si queremos usar términos viejos el famoso “ocio griego”. Esto tiene un antecedente en la antropología del hombre; el ocio es más fecundo. Bueno, entonces, no quieren saber nada con la unión sindical, no quieren saber nada con la política, no quieren hacer nada nada porque son pagadores de cuenta compulsivos. La verdad es que un par de individuos no tienen la culpa de la civilización, por eso esto es complicado. Por eso hay que batallar mucho en el campo de las ideas y aprender que hay una verdad muy cortita: si no puedes cambiar el mundo, tal vez puedes cambiar tu conducta en el mundo y cómo te paras frente a la vida.

Ahora, si una campaña de publicidad que hacen por la televisión, que te lleva de acá, te saca la ilusión que te vas a sacar la vejez de encima porque te dan una bicicleta para masajearte o una crema para la cara y entras como un abombado en todo eso, no parece que seas un hombre libre.

Decía alguien que hacer poesía es decir una cosa por otra, pero hacer negocios también. El negocio tiene mucho de cuento chino, de ilusión, de crear ilusión de que acá vas a resolver todo con esto. Eso significa que la gente tenga independencia en la cabeza y no puede cambiar el mundo, pero puede tener una vida que le pone ciertos límites y yo creo que hay una felicidad posible en este mundo.

En el medio del desbarajuste de cosas es posible ser feliz, no cuesta tanto. Ser feliz no cuesta tanto, no se engañen, entonces, hay que defender el amor a la vida, que es la única cosa importante que tenemos. La oportunidad de estar vivos y que se nos va. Entonces creo que hay que encuadrar estas luchas en el campo del pensamiento, dentro de la filosofía, del campo de los valores.

Lo que pasa, que más o menos hasta Adam Smith, filosofía, ética y economía venían en el mismo paquete. Con los descubrimientos del mercado se empezó a separar ese análisis y ahora parece que el mundo es macroeconomía y no hay más política, no hay más filosofía, no hay más nada. El problema es dar señales. Señales, no sé, parece que estamos condenados a ser semáforos.

Dar señales, no, no se puede renunciar a una visión de la vida, entonces creo que hay en la lucha sindical, en la lucha política hay que pelear por el valor que tienen las ideas y los sentimientos en la vida humana, y organizar y luchar por organizar y predicar que la vida humana vale la pena vivirla con intensidad, pero estoy con Nietzsche en esto; hay que darle un sentido a la vida.

Y la diferencia que tenemos con los otros bichos es que nosotros podemos darle sentido a la vida. Yo no sé si triunfamos, lo que sé es que las derrotas son menos doloras. Triunfar en el sentido apocalíptico del término nos resulta imposible porque nos vamos a morir. Pero el hecho de que nos muramos todos es el acto mayor de justicia que hay arriba de la Tierra. Porque le da valor al minuto de estar vivo.

Entonces pienso que los compañeros de movimientos sindicales, de las organizaciones empresariales, de los partidos políticos, tienen el cometido de sus luchas, una causa para vivir que bien vale la pena.

Pero se puede vivir por profesión, porque hay que ganar plata para poder parar la olla, para vivir. Esa es una forma, pero se pueden hacer las cosas más allá de la profesión con valor, porque uno está comprometido con lo que hace. Eso para mí es querer la vida, por eso dentro de la amargura soy optimista y quisiera que cuando a uno se le termina el rollo, pudiera decirle “sigo otra vuelta”, pero como eso no es posible, tampoco que quede un monumento ni inscripciones porque todas esas son pavadas en la inmensidad del universo. Es que los que vienen un poco después de nosotros puedan vivir un poco mejor, o tener un mundo un poco más apacible, eso es lo único que vale la pena.

Los monumentos, los nombres, las plazas, todo eso también, no sirve para nada. Porque ¿quién dijo que la vida de un ser humano es más importante que la vida de una cucaracha para la magnitud del universo? no creo que seamos tan importantes. Los que tienen una vocación religiosa y una manera de ver tienen el derecho a ver las cosas distintas, pero sería falta de honradez de mi parte no decir lo que pienso.

Ministro del Interior y Seguridad Pública, Mario Fernández

Muy breve, la verdad es que voy a decepcionarlos porque no tengo mucho más de lo que explica el presidente Mujica respecto a la meseta para ver qué es lo que hay que hacer. Desde luego el testimonio y el testimonio individual de alguien que tiene un cargo visible sí importa mucho, porque se multiplica. Fíjense la canciller Merkel, cuando contra toda la corriente que había en su momento respecto de la migración dijo: “Alemania va a recibir un millón de migrantes, porque hay que hacerlo” bueno, ese testimonio que es un testimonio, es una frase, dicha en un momento contracorriente, bueno, tuvo un tremendo impacto. Entonces me van a decir “¿qué hay que hacer?” cosas como esas.

Dijo una frase y, por lo menos, reorientó el debate, no lo cambió completamente, lo reorientó y algunos pensaron, bueno, quizás es cierta que esta enorme ola migratoria puede ser aprovechada positivamente, vista como un progreso. Claro, era algo muy usado en ese minuto, pero lo hizo y así hay testimonios que aparecen. ¿Por qué el presidente Mujica tiene esa convocatoria, especialmente entre los jóvenes? Bueno, por lo mismo; es capaz de decir lo que dice, pero vive lo que dice, que es lo otro importante porque todos pueden decir cualquier cosa, pero vivir lo contrario, digamos.

No, tiene que haber lo que se llama ‘unidad de vida’, es decir, todo tiene que cuadrar. También la gente se desconcierta primero, se desilusiona después y se enrabia después, cuando ve esa dicotomía de lo que alguien dice y lo que hace y piensa, que también es bastante corriente en esta etapa de la transparencia, que todo se sabe.

Entonces por lo tanto, yo creo que cosas que se pueden hacer prácticas son esas, como países también no sólo como personas y hay ejemplos también de comunidades o ciudades o religiones o universidades que tienen ese tipo. Yo soy optimista, vivimos una lucha que es más complicada porque es más masiva, pero vivimos la lucha de siempre: hay olas que van hacia un lado, que son negativas y hay algunos que tienen el deber de parar eso, no por miedo a la modernidad, no por ser reaccionario o conservador, todo lo contrario.

Miren, yo soy ministro del Interior y yo no tengo ni WhatsApp ni Twitter. Twitter para mí, lo más cercano -bromeo yo con mis colegas- lo más cercano que tengo yo es el twister, que es un baile de mis años de juventud cuyo gran exponente era Chubby Checker, el rey del Twist. Lo más cercano al Twitter entonces es Chubby Checker.

“¿Pero cómo no tienes Twitter?” no tengo no más. “¿Pero cómo?”, no tengo. “¿Y cómo te comunicas?” bueno, conversando, ahora estoy conversando. “¿Y cómo te ubican a ti?”  verán cómo me ubican, si a mí, el ministro del Interior, tienen que ubicarlo verán la forma de hacerlo, pero vivo tranquilo, o más tranquilo que algunos de mis colegas que están todo el día pendientes de eso.

Pasó no sé qué cosa: ALERTA! El subsecretario se tropezó atravesando la calle, entonces, mientras está en una reunión se preocupa de qué le habrá pasado, que alguien lo empujó, no sé. Bueno y yo no sé de eso. Claro, si matan al subsecretario lo voy a saber de todas maneras, pero si se tropezó no lo voy a saber y qué importa que se haya tropezado.

Bueno, yo he visto cómo se han ido acumulando y acumulando distracciones del trabajo, bueno, entonces así viven los pobres que están todo el día envueltos en una nebulosa de mensajes y yo no sé cómo procesan todo eso. Pero lo único claro es que tienen alguna desventaja para tener la tranquilidad de trabajar en lo suyo. Desde luego. Porque esto sí que es algo bien serio, la tecnología es instrumental; son instrumentos no son fines.

Toda tecnología es bienvenida. Yo digo todo, todo, yo estoy al día en lo que hay, pero no tengo por qué vivir por eso o para eso; se utiliza eso, se utiliza para los fines de siempre, mejor todavía, pero no debo vivir para eso, y ese es un problema grave hoy día. De alterar la vieja dicotomía de fines y medios. De alterarlo de tal modo que las personas terminan siendo ineficientes, o sea, el exceso de uso de la tecnología destinada a la eficiencia, termina en ineficiencia. Si el ejecutivo de banco se sienta en su escritorio todas la mañanas y empieza a ver todos los mails que recibió -porque tiene que verlos todos- el 90% son tonteras, son pavadas como dirían en el río de la Plata. Pero tiene que verlos todos porque alguno, uno, puede ser decisivo para el banco incluso y si se le pasa, bueno, puede quebrar el banco. Entonces tiene 1.200 mails y tiene que leer los 1.200, pero cuánto tiempo es eso. Cuánto tiempo gasta en eso, en ver los 1.990 innecesarios de ser tomados en cuenta.

Entonces, si vamos sumando, sumando aquí tenemos… porque el trabajo de nuevo, todo lo que se facilita la robótica, bueno, facilita las cosas por una parte, pero tiene también la capacidad atontar a las personas, de atontar a las sociedades, digamos, pero por otra parte también tiene el peligro de producir esta ineficiencia global, cuando las personas dejan de trabajar con sus sentidos en algo que están haciendo con sus manos. Entonces hay que buscar que funcione la robótica, pero que ese trabajador tenga una actividad que le haga mover sus neuronas y que le haga aplicar sus dones, sus talentos o capacidades. Entonces ahí la robótica trae eficiencia en la producción, pero también un tipo eficiencia al lado, con ese trabajador que presta sus capacidades en otra área. Ese es un gran desafío en el mundo del trabajo hoy día. Que esos 600 millones de empleos que el director de la OIT señalaba que es la meta, bueno, que tenga que ver con eso, con esa capacidad de distribuir el talento humano, manteniendo el antiguo talento humano; la inventiva en sí misma, como dice el presidente Mujica, tener la capacidad que el ocio, los ratos libres, los puede dedicar a pensar qué hacer.

Hace un tiempo atrás -con esto termino- se produjo un debate en Chile, una moción parlamentaria, de algunos parlamentarios que proponían bajar la jornada de trabajo a 40 horas. La moción no prosperó, parece que por ser inconstitucional, pero a pesar de eso produjo un cierto debate y me agarraron a mi saliendo de una reunión y me preguntan “¿qué opina de las 40 horas?” yo dije “es una cosa interesante”, bueno, ser armó un problema: “el Gobierno encuentra interesante” y apareció el problema del atentado a la competitividad y que todavía no estamos en condiciones de eso y se armó un gran quilombo, solamente porque yo dije algo que me pareció lógico, me parece interesante eso, otra cosa es decir que hay que hacerlo.

Me parece muy interesante por eso mismo, porque la persona tenga tiempo de ver el fútbol, o pensando, leyendo, salir a comer, jugar o bueno.

Muchas gracias.